Fuente: cano, estrada, page y zent / permanencia y uso contemporáneo
El conocimiento y uso del calendario ritual denominado Cholq’ij o Cholb’al Q’ij, en k’iche’ y kaqchikel, o Tachb’al Amaq’ en ixil ha sobrevivido en gran parte de las comunidades mayas de Guatemala (Tedlock, 1982; Molesky, 2006; Piazza, 2012; Estrada, 2014). La denominación calendárica k’iche’ Cholq’ij está compuesta de los vocablos chol- que significa contar cosas puestas en orden y q’ij con el que se designa al día y al sol (Sac Coyoy, 2007: 2). El vocablo cholb’al q’ij, con el que también se denomina al calendario ritual, se ha traducido como “el ordenador de los días” y se compone de chol, traducido como “orden”, b’al que significa “instrumento”, y q’ij, que se traduce como día, tiempo, cumpleaños o misión (García, Curruchiche y Taquirá, 2009).
En referencias etnográficas de mediados del siglo xx se registró que varios grupos mayas en Guatemala y Chiapas mantenían el uso o al menos algún conocimiento de los calendarios Haab’ y Cholq’ij. Estos registros se presentaron en ciertos pueblos de Chiapas (Gossen, 1980), pero sobre todo entre los grupos mayas de Guatemala: popti’ (La Farge y Byers, 1997), q’anjob’al (La Farge, 1994), chuj (Piedrasanta, 2009), k’iche (Tedlock, 1982) e ixil (Lincoln, 1942; Colby y Colby, 1981), entre otros. Actualmente, en Chiapas se han perdido los conocimientos sobre calendarios precolombinos, y en Guatemala existe una reivindicación de estos saberes, que hasta hace un par de décadas estaban ocultos o eran resguardados y transmitidos con sumo recelo.
Con algunas adecuaciones y modificaciones, lógicas ante las dinámicas culturales y su transformación en el devenir histórico de los mayas, básicamente se trata del calendario de origen precolombino estructurado en 13 veintenas de días. La rueda calendárica del Cholq’ij se compone del engranaje entre un ciclo de 20 días, representados cada uno por “el rostro de los días” (en sentido simbólico) o “la energía”9 de cada uno de los 20 Nawales, Alaxïk o ahaw, con otro ciclo de 13 numerales. Esta combinación (20 nawales x 13 “niveles de energía” o numerales) es lo que da un ciclo calendárico de 260 días (Tedlock, 1982; Freidel, Schele y Parker, 1999; Gabriel Xiquín, 2000; Cochoy et al., 2006; Sac Coyoy, 2007; Médicos Descalzos, 2012; Craveri, 2013; Estrada, 2014). Así, cada día del calendario se denomina con un nombre compuesto por un numeral de 1 a 13 y uno de los 20 nawalib’/alaxïk
La combinación entre las características propias del Nawal/Alaxïk o rostro del día y uno de los 13 numerales correspondientes, le confiere características particulares a una fecha específica y determinarán cuáles son las actividades y plegarias óptimas para ser realizadas, los potenciales peligros y el desarrollo que podrán tener los acontecimientos en el contexto de un evento determinado. Estos días establecen fechas rituales13 y actividades propiciatorias para temas específicos, además de que determinan las características, virtudes, potencialidades y “misiones” de la persona que nace en dicho día (Tedlock, 1982; Gabriel Xiquín, 2000; Molesky, 2006; Mendizábal, 2007; Sac Coyoy, 2007; Médicos Descalzos, 2012; Piazza, 2012). Las características calendáricas de nacimiento de acuerdo al Cholq’ij determinan el potencial de una cierta persona para ser especialista ritual, calendárico o médico, aunque también influyen otros procesos, señales y “llamados”; esto es, la presencia del don o lo que en la zona k’iche’ se denomina q’ij aläxik, don o vocación (Médicos Descalzos, 2012), o samaj, por algunos ajq’ijab kaqchikeles.
Las y los especialistas calendáricos de mayor edad que sobrevivieron a las masacres continúan enseñando a quienes están en la disposición de aceptar su don y tienen la disciplina necesaria para recibir una gran cantidad de conocimientos transmitidos principalmente de manera oral y adquirir la destreza manual y corporal a través de enseñanzas prácticas. No obstante, la apertura de sus procesos formativos a mestizos y extranjeros, así como la traducción más comúnmente usada de la palabra ajq’ij como “guía espiritual”, les ha significado la descalificación de algunos sectores sociales —con mucha frecuencia académicos no mayas y extranjeros—, quienes han calificado ciertos aspectos de su práctica como new age, “invención”, “folklorización”, y hasta mercantilización de la cultura.
Más allá de estos conflictos y desencuentros, numerosos ajq’ijab han establecido diálogos e intercambios con estudiosos nacionales y extranjeros, a fin de conocer aspectos históricos, arqueológicos y epigráficos de los sistemas calendáricos mayas precolombinos, contrastándolos con sus propias concepciones y prácticas.16 De este ejercicio ha surgido una apropiación de términos e interpretaciones que demuestran el dinamismo y la capacidad de reinterpretar y enriquecer conocimientos occidentales por parte de numerosos especialistas rituales mayas.
No obstante, los estudios arqueológicos y epigráficos no necesariamente han proporcionado una explicación completa acerca del fundamento del calendario de 260 días (Rupflin, 1999). Para un sector de ajq’ijab, “el Cholq’ij dura el tiempo que tarda la Luna en darle nueve vueltas a la Tierra” (Sac Coyoy, 2007: 5), aunque es mucho más frecuente la explicación de que los 260 días que componen el calendario ritual, adivinatorio y sagrado, hacen referencia al tiempo aproximado que dura la gestación humana y también al periodo de crecimiento del maíz —desde su siembra hasta la cosecha— en las zonas altas. En él se refleja la sacralidad de esta planta y su relevancia simbólica en la cosmovisión maya.17
Fuente: cano, estrada, page y zent / permanencia y uso contemporáneo
Landa registró que: Nacidos los niños los bañan luego […] iban con ellos al sacerdote para que les viese el hado (nawal) y dijese el oficio que debía de tener y pusiese el nombre que debía de llevar el tiempo de su niñez […] (Landa, 2003: 58)
Los 20 Aläxik o Nawales del calendario ritual Cholq’ij, son:
- B’atz: Relacionado con los términos b’aatz, que quiere decir mono saraguato (Alouatta palliata), y ajb’aatz’, “quien conoce y ejerce el oficio de la danza de los b’aatz”. A este Nawal se le asocia con la palabra b’atz’, que quiere decir hilo (Zapil, 2007: 46-47) y debido a que es el primero de la cuenta, es el símbolo relacionado con el hilo del tiempo, que se enrolla y desenrolla. Su enseñanza metafórica es no enredar la propia vida y observar los tejidos. Es el guardián de los artistas y las mujeres que hacen su telar.
Ee: Deriva directamente de b’e, “camino” en k’iche’. Por ser un sustantivo, no permite derivaciones, y su significado se asocia con otros vocablos relacionados con la acción de conducir, llevar, el concepto de normas y principios orientadores (Zapil, 2007: 49). Hace referencia a caminos cosmogónicos, liderazgos y viajes.
Aj: Su marco lingüístico se encuentra en los Aläxik, familias que conforman los patrilinajes y cuya energía se representa a través de la caña del maíz. Hace referencia al jaa, la casa, el hogar. Aaj tiene la interpretación de retomar, procrear, reproducir, multiplicar y reverdecer; es un sustantivo que no permite flexión ni derivación (Zapil, 2007: 51). Se relaciona simbólicamente con la autoridad, la firmeza, el sostén, la vara de autoridad y los niños (como nuevos brotes).
Ix: Este vocablo no permite análisis morfológico (Zapil, 2007: 52). Desde un marco conceptual representa el principio femenino y la energía de la Madre Tierra. Simbólicamente se relaciona con el jaguar (Panthera onca), debido a que es un animal cuyo hábitat abarca grandes extensiones territoriales.
Tz’ikin : Sobre este Nawal tampoco se encuentran vocablos asociados que permitan el análisis de su morfología lingüística (Zapil, 2007: 54). Simbólicamente es el principio de bienestar y la abundancia, la conexión con el ahaw y está profundamente relacionado con las aves, especialmente el águila (diversas especies) y el quetzal (Pharomachrus mocinno). Se relaciona con los sueños, la palabra, la visión y los recursos materiales.
Ajmaq : El prefijo aj- es un agentivo, refiere a la persona que tiene un oficio; -maq es oscuridad. También se relaciona con mak, que significa “falta, error, vergüenza” (Zapil, 2007: 58). Se relaciona con lo que está oculto, el conocimiento velado, las faltas, y es el Alaxïk que representa a los antepasados y las bendiciones y consejos que otorgan desde otro nivel de la existencia.
N’oj : Se enmarca conceptualmente en el cerebro, con el término n’aoj. Na’ es un verbo intransitivo que significa “sentir conocer, percibir, intuir” y probablemente es la raíz de la palabra nawal. El grafema -oj es un sufijo de sustantivo verbal (Zapil, 2007: 60). Por tanto, representa la sabiduría que deriva de los sentidos, los conocimientos, las ideas, los pensamientos, las intuiciones y la percepción. Simbólicamente se relaciona con el sagrado conocimiento, no sólo a un nivel mental, sino el que es experiencia, reflexión y práctica, sabiduría. Muestra cómo equilibrar sentimientos y pensamientos para llegar al bienestar físico, espiritual y emocional.
Tijax: Se enmarca simbólicamente en la piedra de obsidiana. Se asocia al término k’ax, que quiere decir dolor físico y/o psíquico (Zapil, 2007: 61). Se relaciona con la curación y la medicina, pero también con los sufrimientos y el desequilibrio. Se describe como un cuchillo de doble filo (artefacto de obsidiana) y como tal es usado simbólicamente en contextos rituales.
Kawoq: Se compone de los elementos k- tiempo/aspecto incompletivo, -a ergativo de tercera persona singular, -woq verbo intransitivo que significa hacer ruido al hablar. Se ha traducido como “trueno”. Se puede asociar al término k’aqob’al, con el que se designan algunas enfermedades causadas por algún acto incorrecto de los antepasados (Zapil, 2007: 62-63). Simbólicamente se relaciona con la colectividad, la palabra fuerte y las tortugas (varias especies).
Ajpú: Este concepto remite al personaje del Popol Wuj, Jun Ajpu, gemelo de Ixb’alamke’, quienes vencieron a los señores de Xibalbá y fueron los primeros abuelos.24 También se interpreta desde su constitución por el prefijo aj- que es un agentizador de oficio y -pu o -pub verbo transitivo para cazar, tirar (Zapil, 2007: 65). Debido al relato, que describe al personaje como experto cerbatanero, se relaciona con este instrumento y, por tanto, simbólicamente remite a la precisión y el tino, además de la claridad, la vida y la fuerza.
Imox: Se relaciona con los términos imux, cosa oculta, y mox, “no piensa”. Conceptualmente representa el agua y se asocia al término moxireem, que significa “molestia, enojo, inestabilidad en pensar” (Zapil, 2007: 66). Simbólicamente se relaciona con las emociones, la locura y los aspectos, y animales acuáticos (peces, cocodrilos), además de la fertilidad y la vida.
Iq’: Desde el Preclásico se relaciona con las nociones de viento, espíritu, hálito (Freidel, Schele y Parker, 1999). También se asocia a jiq’, nombre dado a las pequeñas figuras de piedra. En su derivación se encuentra iq’ilal, que indica un estado de enojo de la persona (Zapil, 2007: 68). Actualmente se le relaciona con el colibrí (diversas especies) y aspectos espirituales y emocionales de la persona.
Aq’ab’al: aq’ab es “noche, madrugada” (Zapil, 2007: 69). Su marco simbólico es la claridad, el amanecer, la aurora y la dualidad presente en los momentos del día en que la oscuridad y la sombra conviven. También se afirma que deriva de las palabras aq’ab, “oscuridad” o “noche”, y b’al, “manto” o “espacio de claridad” (Morales, 2016: 58). Se le relaciona simbólicamente con la casa, como un manto que protege a la familia; además de ser la representación del principio cosmogónico de la dualidad que existe en todos los elementos que integran el cosmos y el equilibrio que debe existir entre ambos aspectos constitutivos.
K’at: Es la raíz del verbo “encender” y “ofrendar”, k’asaj se le llama a una deuda pendiente (Zapil, 2007: 70). Simbólicamente se relaciona con la red donde se transporta el maíz, que remite a la telaraña y a las cárceles (metafóricas y materiales), además de representar la unión colectiva (figura simbólica de la red y las mazorcas contenidas en ella) y el sagrado fuego.
K’an: Remite a diversos tipos de ofidios, entre los que destacan la serpiente de cascabel (Crotalus simus) y la nauyaca (Bothrops asper), probablemente las víboras de mayor carga simbólica en tierras mayas. Se relaciona con la justicia, el tiempo, los cambios.25 También se ha asociado con la palabra k’aan, enojado y k’anaal, enojo (Zapil, 2007: 73).
Keme’: También nombrado kame. Atañe a la muerte y conceptualmente tiene correspondencia con los señores del Xibalbá mencionados en el Popol Wuj, Jun Keme y Wuqub Keme.26Kam es la raíz de la palabra “muerte”. Se relaciona con kameel, que proviene de kam, raíz, eel, sustantivo agentivo: que ejerce acción de muerte (Zapil, 2007: 73-74).
Kiej: En ocasiones se utiliza también el vocablo keej, concerniente a kejaj, que significa montar, cabalgar (Zapil, 2007: 81). Su relación simbólica se encuentra en las cuatro esquinas de los rumbos cósmicos y los cuatro colores del maíz, además del equilibrio cuatripartita del cosmos. Las y los ajq’ijab contemporáneos lo traducen como “venado” y se le considera el guardián de la montaña, el bosque y las selvas.
Q’anil: Es un nombre propio con raíz q’an, que significa “amarillo o maduro”, con -il, sustantivizador, que da la calidad, “el que hace que madure”, es la energía que permite madurar a los frutos. Tiene dos acepciones, una relacionada con la abundancia de vida y otra a la falta de energía y salud (Zapil, 2007: 82-83). Conceptualmente se relaciona con la idea de semilla, simiente, la promesa de los inicios y la nueva vida. En contextos ceremoniales es a quien se encomiendan las semillas de cultivos autóctonos, los embarazos y la simiente humana.
Toj: El verbo intransitivo tooj significa reconocer, trascender los dones recibidos. Se relaciona con la actitud de agradecimiento y se representa con la resina de pino en forma de moneda (denominada cuilco). Tooj también significa “súplica, armonización, pago, reconocimiento” (Zapil, 2007: 85-86). Simbólicamente remite al “mandato primordial” (Morales, 2016: 61) de hacer ofrendas de agradecimiento al Creador y Formador y a las entidades sagradas. Es el sagrado fuego (xukulem o ceremonia), la ofrenda de copal, inciensos, candelas, flores.27
Tz’i’: tz’ij se asocia con la búsqueda de la verdad. El concepto de tz’i’ se asocia con la energía del deseo intenso, katz’i’owik o katz’i’arik; también con el deseo sexual intenso, tz’ilonik (Zapil, 2007: 87-89); relacionado simbólicamente con el coyote, el perro y el tepezcuintle. En contextos rituales se asocia con las peticiones relativas a asuntos jurídicos y procesuales.